El Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Vizcaya en esta legislatura sigue la misma línea de brutalidad cultural de la anterior, en la que amparó una serie de atropellos en el patrimonio cultural. La actual diputada, Belén Greaves, se ha negado a adquirir el archivo del poeta vasco Juan Larrea por razones que no es capaz de explicar, probablemente por sus más que evidentes limitaciones en la materia.
El cargo es una cosa y la cultura, por lo visto, una carga. Como reiteradamente demuestra, a la diputada sólo le interesan los aspectos representativos del asunto: los estrenos de óperas, los toros y ciertas inauguraciones de exposiciones: allí donde haya bullicio burgués y rentabilidad gráfica. Pero es sutilmente generosa al subvencionar con 3.005.005 euros anuales, durante 2004-2007, la compra obras de arte para el Guggenheim, al parecer el único museo existente; o para regalar seis millones de euros al Athletic. También tiene un gesto altruista al conceder 120.000 euros a Unicef que, en parte, servirán para pagar el viaje que hizo, a cuenta de esta institución, la periodista basura Mercedes Milá a Bilbao y su estancia en el hotel Sheraton para la inauguración.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 11 de febrero de 2005