Acabo de leer las conclusiones de la "Declaración de Madrid" sobre la educación de los niños y adolescentes y estoy totalmente de acuerdo. Hace bastantes años que he venido percatándome de los fallos que iban teniendo los padres actuales en la educación y creación de hábitos de sus hijos. Sabía que ello tendría gravísimas consecuencias para el futuro, que ya está aquí. Y ello comprende, desde lo que comen hasta la hora a la que se acuestan, pasando por los programas de televisión que ven y el tiempo que les dedican. Se ha prescindido de unos usos y una disciplina que a los padres les resultan pesados de imponer y se les va dando oportunidad de decidir desde los primeros años de vida, cuando aún no tienen capacidad para ello.
Sin embargo, por otra parte, no se les dedica el suficiente tiempo para jugar y hablar con ellos, para hacer juntos actividades y, en suma, para ir educándoles en los valores y hábitos que les van a servir para ser felices y útiles a la sociedad. Soy un poco pesimista ante las posibles soluciones, porque habría que dar cursos a los padres antes de tener o adoptar niños. Para empezar, las cadenas de televisión deberían plantearse el asunto, porque en definitiva, no pueden lavarse las manos pensando sólo en los beneficios económicos. Toda la sociedad es responsable.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 14 de febrero de 2005