Casi 40 años ha tardado en llegar a Madrid La balsa de la Medusa, una obra directa, comunicativa y emocionante a la que en tiempos se adhirió ese calificativo de comprometida que hoy, cuando el tiempo ha pasado por ella sin vencerla, resulta ciertamente innecesario. La historia de los pobres náufragos de la fragata francesa Medusa -también los hubo ricos, pero esos se salvaron-, un episodio de las guerras coloniales de principios del XIX, le sirve a Henze para enfrentar la vida a la muerte, o sea, el destino de los "demasiados" al de los privilegiados que pueden escapar a ésta.
Si su estreno en 1968 constituyó un escándalo mayúsculo -mucho más político que artístico-, su audición se sigue hoy con la desazón que provoca lo que no cuadra con el hombre civilizado, lo que aún vive en una memoria colectiva que ve cómo cambian los actores mientras permanecen las situaciones, como los bañistas al día siguiente del tsunami.
Orquesta y Coro Nacionales de España
Josep Pons, director. Camilla Nylund, soprano. Christian Hilz, barítono. Luis Álvarez, narrador. Obras de Bach y Henze. Auditorio Nacional. Madrid, 12 de febrero.
Gran trabajo de Pons al frente de la Orquesta y el Coro Nacionales. Aquélla volvió a mostrar la disciplina y la buena disposición del primer episodio del ciclo dedicado a Henze y las voces respondieron con atención a los requerimientos expresivos de una parte nada fácil. La soprano Camilla Nylund -La Muerte- y el barítono Christian Hilz -el mulato Jean-Charles, protagonista del episodio- estuvieron impecables, ella lejana y fría, él testigo de lo inevitable. Luis Álvarez narró e hizo de Caronte con claridad y ese distanciamiento que pide esta suerte de dramaturgia. Para abrir boca se nos dio una correcta versión de la Obertura número 3 de Bach que no hacía ninguna falta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 15 de febrero de 2005