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COLUMNA

Cercanos

Nos veremos siempre, ya que siempre hemos estado cerca y cercanos. Marc Palmés, mi respeto, consideración y afecto. Antes fuiste casi comunista y luego nacionalista, jamás compartí tus ideas, para mí extrañas, y más tarde nos vimos para defender la triste historia del incendio de la sala de fiestas L'Escala de Barcelona, y lo hicimos, y yo te pedí consejo y me lo diste.

Nos vimos muchas veces en los pasillos de las cárceles y los locutorios; nos saludamos cordialmente; tú fumabas pequeños puros y yo cigarrillos, que ya no fumo. ¿Quieres que te diga algo? Te lo digo, la muerte es para los que viven, tú mueres y yo te recuerdo, por tanto, vives en mí.

Acabaremos hablando de Juan de la Cruz y Teresa de Ávila, y también de todos tus amigos y amigas, de nuestros encuentros y, de una manera muy respetuosa, de tu forma de ser, ya que andabas sin prisas, pero con firmeza, y estabas sin estar y el vacío nos llenaba.

Defendiste a muchos "desalmados" y a muchos "políticos" hiciste lo que debías hacer. Todo parece cierto; sin embargo, quizá tu fallaste y yo también.

Te mando un fuerte abrazo solidario. Una vez en Madrid nos vimos y tomamos unas copas, y tu nacionalismo se convirtió en mi anarquismo sin que ni uno ni otro nos convenciéramos, pero creció una fuerte amistad.

Te has ido; pero, con tu permiso, yo deseo seguir tu camino, aunque no creo que vayamos a ninguna parte ya que, al no tener nada, nos vamos sin haber estado.

¡Salud!

P. D. Éste es mi sentimiento sincero hacia una persona a la que, en silencio, he admirado. Bar Modelo, frente a la Modelo, juzgados y tribunales, días y noches compartidas. Amores frustrados y deseos inalcanzables. ¿Algo más? Sí, consideración a un profesional claro y sencillo. Sencillo y no muerto. Vivo en el recuerdo de la sencillez compartida.

Un abrazo.

Mateo Seguí, es abogado.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 17 de febrero de 2005