Estrellas globales (anglosajonas) del cine, como Anjelica Huston y Cate Blanchett, o de la música, como George Michael -que decretó la muerte del pop-, se cruzaron ayer con otras de la excepción cultural, como Sergi López, que ha presentado una película francesa, Les mots bleus (Las palabras azules), de Alain Corneau, acogida con perplejidad en la sección oficial. Todos quitaron ayer protagonismo a The king of clochards, el personaje más famoso del festival, un mendigo con página web que también reparte tarjetas de visita en la puerta del Berlinale Palast, a veces vestido de santo y repartiendo agua bendita, y otras, como ayer, disfrazado de diablo, con cuernos y rabo, apoyado en un euro gigante.
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Con las estrellas, como siempre, llegaron la incomodidad y los registros de los bolsos y carteras en cada entrada. "Es que George Michael no quiere que le saquen fotos", decían en las puertas cuando se les preguntaba a qué tanto miramiento, de repente. Michael se presentó con 20 minutos de retraso, ramalazos de divismo y teorías apocalípticas sobre el pop para llamar la atención sobre George Michael, a different story, un documental hagiográfico sobre su vida y su filosofía, presentado ayer.
"Lo he hecho porque se lo debo a mis fans", soltó. Luego dijo que el pop ha muerto: "Mi género ha desaparecido. En los ochenta surgieron cuatro o cinco nombres, entre ellos el mío. Pero ahora no podemos decir quién será la nueva Madonna, el nuevo Prince o el nuevo George Michael, y yo no estoy para competir con gente como Robbie Williams", aseguró.
En la sala de prensa le siguieron otras dos personas mucho más humildes y no menos famosas, como Anjelica Huston, grandiosa con su vestimenta negra a juego con la melena lisa y todavía impactante junto a la ascendente Cate Blanchett, que presentaron La vida acuática con Steve Zissou a la vera de Wes Anderson, el joven director de 35 años que, tras Academia Rushmore o Los Tenenbaums, llega ahora con una comedia aventuresca sobre un oceanógrafo, Steve Zissou (Bill Murray), que explora los fondos marinos con un equipo bastante surrealista.
Huston y Blanchett repartieron sentido común y bajaron los humos de su profesión: "Hay que hacer este trabajo sabiendo que no vas a gustarle a todo el mundo, simplemente bien, como cada uno pueda. Por agradar a la gente no debemos montar un circo permanente; si convencemos, bien, y si no, pues no pasa nada, la vida sigue", decía la hija de John Huston.
A su lado, Blanchett, que entiende de glamour a la antigua después de haber dado vida a Katharine Hepburn en El aviador, de Martin Scorsese, la apoyaba. "Estamos muchas veces ante los focos, pero eso no debe condicionarnos. Hablar del trabajo en esos términos, como una atracción, es muy frustrante", aseguraba la actriz.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 17 de febrero de 2005