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COLUMNA

Beirut

Beirut es una ciudad de trágicas ironías y paradojas, en donde los vivos ilustres pueden tener una calle a su nombre, sin que ello garantice que ese hijo honorario no vaya a volar por los aires el día de mañana. A Rafik Hariri lo asesinaron al principio de la legendaria Corniche, en el tramo de Minet el Hosn; ese mismo paseo, en su trecho final, ribeteado por edificios de apartamentos de mármol y hoteles de lujo oriental para visitantes del Golfo, se llama, desde hace algunos años, avenida de Rafik el Hariri.

Quiso el destino, además (otro toque siniestro), que ello ocurriera frente al antiguo hotel St. Georges, que ya no funciona como tal, pues su polvoriento edificio (que veo destruido parcialmente por esta nueva bomba, en las fotos del atentado) quedó devastado por dentro durante una de las primeras guerras contenidas en la gran guerra de Líbano. Durante estos últimos años, el propietario del St. Georges Hotel Yatch Club perdió toda esperanza de mantener, al menos, el usufructo del embarcadero, que era lo que le habría permitido rehacer su economía; y fue Hariri, a través de su empresa Solidere, quien le arrebató la explotación. En mis vacaciones, el pasado mes de septiembre, fui casi a diario, como cada año, a bañarme en la piscina del no-hotel, y pude registrar algunas lamentables novedades. Se había convertido en el St. Georges Hotel Dive Club, y los pocos buceadores que se lanzaban al mar para aprovechar la nueva oferta tenían que pasar junto a una humillante valla en la que se indicaba que ni los yates allí amarrados ni el embarcadero tenían que ver con el establecimiento. En venganza, la fachada que daba a la piscina, siempre cubierta con anuncios monumentales con el fin de disimular la falta de actividad en el inmueble, estaba ahora ocupada por un enorme retrato del presidente Lahoud, prosirio y rival del hoy difunto primer ministro. Y los empleados del St. Georges lucían camisetas con la consigna: "Stop Solidere".

Uno de sus muchos enemigos (o quizá más enemigo de Siria y de Líbano que suyo: ha dado excusa a EE UU para meter mano en esta parte) detuvo a Rafik Hariri para siempre, el lunes, a las puertas de un lugar en donde tampoco se le quería.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 17 de febrero de 2005