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CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES

Los enfados de don Fernando

Cuenta quien le conoce desde joven que don Fernando ya se irritaba en sus años mozos cuando alguien le interrumpía para pedirle un autógrafo, le preguntaba lo que ya había contestado, o mostraba haber entendido mal sus palabras. Don Fernando es un genial hombre de genio (a veces, malo, pero casi siempre suave y cordial), y no le duelen prendas si en ocasiones se disparata, asustando a la concurrencia con su personalísimo vozarrón con el que ha hecho historia en el cine español. Cuando algo le toca la paciencia, no se para en barras.

La prensa ha sido casi unánime en comentar su bronca a una periodista que al parecer simplemente pasó por alto la palabra "casi" al recordarle a don Fernando lo que éste había comentado en su discurso de agradecimiento por el Oso de Oro del festival de Berlín, respecto a "los comentarios casi unánimes de la prensa en contra del cine español, y de quienes lo hacen y trabajan en él". Cuando la actriz Emma Vilarasau leyó estas palabras de don Fernando, dejó sorprendidos a buena parte de los españoles que en Berlín asistíamos al acto, preguntándonos si era conveniente propagar el eco de esos comentarios negativos de casi toda la prensa nacional "sobre la mala calidad de nuestro cine".

No podían imaginarse los berlineses que desatinos semejantes se publicaran en la prensa de un país cuyo cine tanto aprecian. Posiblemente sea el festival berlinés el que más reiteradamente ha premiado las películas españolas, y este año no ha dejado de darle igualmente un premio, eligiendo para ello nada menos que a uno de sus más grandes representantes, el genio de mal genio. De modo que los espectadores se quedaron casi unánimemente perplejos cuando oyeron a Emma Vilarasau leer las palabras de don Fernando.

Claro que si don Fernando hubiera asistido al acto berlinés, probablemente se hubiera enfurruñado de nuevo, porque no se celebró en el palacio del festival sino en otro cine, más antiguo y modesto y sin que ni siquiera una foto del homenajeado presidiera la ceremonia. Dirija quien dirija este festival, siguen manteniendo en las ceremonias el aire campechano de aquellos tiempos rebeldes en los que se daba la espalda al espectáculo que conlleva el glamour. Les gustan más los discursos que la belleza del buen teatro. También es posible que, de haber asistido don Fernando, se hubieran afanado en hacerlo mejor. Fue una pena que no hubiera podido asistir porque se hubiera llevado una ovación, absolutamente unánime.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de febrero de 2005