Los ciudadanos de Valencia nos movemos entre el estupor y la incredulidad cuando se habla de temas urbanísticos en la ciudad. El impacto de la Copa de América, el embellecimiento de la ciudad, la reordenación del litoral, rascacielos de Calatrava... apasionante.
Luego llega la realidad, tan solo hay posibilidad de dinero (y mediante deuda) de la cuarta parte de lo presupuestado por el Ayuntamiento. Por último nos enteramos de que el dinero se va a dedicar a renovar los autobuses, repavimentar calles, adecentar jardines existentes... ¿eso es embellecimiento extra por el acontecimiento? ¿o es simplemente mantenimiento puro y duro? ¿es que no estaba previsto renovar los autobuses al finalizar su vida útil? ¿o es que se van a tirar a la basura autobuses en buen uso? No se entiende. Algunos proyectos concretos y realistas, como un carril bici completo hasta el puerto, trayectos peatonales para visitar los principales monumentos del centro histórico, un Jardín Botánico ampliado cuando todavía es posible, serían necesarios para que no pasase 2007 y nos encontrásemos con todo igual, pero más deudores que antes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de febrero de 2005