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CARTAS AL DIRECTOR

Enhorabuena, Fernando Fernán-Gómez

Sin necesidad de citar los paradigmáticos ejemplos de los ingleses sir Olivier, sir Gielgud, sir Redgrave o sir Richardson, da verdadera envidia comprobar cómo cualquier país medianamente culto y agradecido honra a sus actores, escritores y artistas como se merecen. Sería impensable un tratamiento semejante en Francia, con sus Gabin o Gérard Philippe, o Italia, con sus Mastroianni o Gassman, como el que se ha dispensado a don Fernando Fernán-Gómez con motivo de recibir el Oso de Oro de Berlín a toda su carrera, galardón que ningún otro actor posee.

Los medios de comunicación suponen un baremo que refleja muy certeramente el nivel medio cultural de un país, y así, determinada prensa que encumbra a tanto advenedizo inútil ha destacado en primer lugar el carácter de cascarrabias del inigualable actor, sin aportar nada que defina toda una vida de un artista tan grande como polifacético, de una calidad humana tan inmensa de quien en cualquier lugar del mundo se enorgullecerían.

Quiero desde aquí, como espectador, lector y seguidor de toda su extensa obra, rendir un homenaje a la honestidad y comportamiento ético de Fernán-Gómez; y decirle que somos muchos españoles anónimos y agradecidos los que apoyamos sus irrita-bles reacciones ante tanta caspa y tamaña incultura como nos rodea.

Y que comprendemos su tristeza y desilusión ante la postura de esos medios de comunicación ultrarreaccionarios que se dedican a destrozar el cine español e incluso aconsejar la no asistencia al mismo, politizando de forma artera la cultura y contribuyendo a una situación crítica agravada por el seguidismo y adulación con que apoyan la invasión del cine norteamericano actual, tan detestable y vulgar.

Que a estas alturas haya que redescubrir a un actor, director, autor teatral, académico y hombre íntegro nos debía hacer reflexionar hacia dónde se dirige culturalmente un país plagado de tomates, salsas rosas, marcianos, corazones, aristócratas parásitos, toreros, folclóricas y familiares.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 19 de febrero de 2005