Me sorprende la afición que este Gobierno ha desarrollado por las "leyes de género". Ahora le toca al ámbito laboral. Y es que es más fácil parchear las leyes existentes que generar el consenso suficiente para su modificación, y es aún más fácil aprobar iniciativas populistas que dotar a la Administración de los recursos suficientes para que las leyes en vigor se cumplan. Nuestro ordenamiento ya desterró hace tiempo la no discriminación. ¿Por qué más paños calientes para aquellos empresarios que discriminan a las mujeres por el mero hecho se serlo? La inspección laboral fue creada para algo, aunque a veces, más que ayudar al trabajador, parece que sea su firme opositora.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 20 de febrero de 2005