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CARTAS AL DIRECTOR

Palabra verdadera

Solicita el señor Cid Fernández en su carta del 15 de febrero que, por respeto a las víctimas de Nueva York, no se vuelva a utilizar la expresión zona cero para otros sucesos en absoluto comparables a la tragedia de las Torres Gemelas, como es el caso del incendio en el edificio Windsor de Madrid, y demanda una reflexión ética.

Yo no soy tan idealista, y menos en los tiempos que corren. Me conformo con reclamar a quienes hacen del lenguaje su principal herramienta que piensen lo que dicen y escriben, y no se limiten a la expresión facilona, estereotipada, hueca... y con frecuencia mal traducida del inglés. Así nos ahorraríamos no sólo la manida zona cero, totalmente absurda por estas latitudes y pareja de la enorme sandez tolerancia cero con que algunos pretenden decir que no hay tolerancia (por cierto: ¿alguien recuerda que sólo tolerábamos lo insoportable, lo que nos daba asco?), o tantas otras tonterías que van imponiéndose como un tributo (ahora sí) al papanatismo y la frivolidad.

Tal como se ponen las cosas en esta sociedad mediática, donde cualquier majadería es aireada urbi et orbi por mil altavoces que alardean de profesionalidad, es esencial reivindicar la palabra verdadera, es decir, la palabra justa, proporcionada, la que llama a las cosas por su nombre.

Los antiguos lo consideraban una virtud, prueba de que ya escaseaba; en este guirigay entontecedor se ha convertido en un acto revolucionario, uno de los pocos que quedan..

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 21 de febrero de 2005