Se impone la necesidad de erradicar ya los sonido simiescos dirigidos a los jugadores africanos del equipo contrario en los campos de fútbol. Por más que sean pocos quienes coreen tales muestras de incivismo e incultura, ante el disgusto de la gran mayoría, no podemos seguir minimizando el tema. Tiene toda la razón Samuel Eto'o al llamar la atención sobre ello.
A la indignidad de que tal cosa suceda en los grandes campos de juego se añade el efecto social de estos hechos. Si esto viene haciéndose con los jugadores famosos a la vista de todos, "...imagínate lo que debe sentir el chico que está vendiendo en la calle...", y el ejemplo que reciben los niños, adolescentes y adultos en su trato con sus condiscípulos y vecinos africanos.
Aquí, además del daño profundo a las personas insultadas, nos jugamos la convivencia y la cohesión social en una sociedad, como la nuestra, con una población que ya ahora, y más en el futuro, está compuesta por personas de diversos orígenes e igual dignidad humana.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 21 de febrero de 2005