La niña que nació con dos cabezas hace apenas diez meses permanece estable tras la intervención quirúrgica que se le ha practicado para extirparle una de las cabezas, que compartía el riego sanguíneo con el cerebro del bebé. Manar Maged está cuidadosamente monitorizada, por si surgieran complicaciones, en la unidad de cuidados intensivos del Hospital de Benha, cercano a El Cairo.
La cabeza de la niña está aparatosamente vendada y ayer descansaba junto a un oso de peluche azul; los tubos surcan su pequeño cuerpo y varias enfermeras se afanan alrededor de su cama. La principal especialista de la UCI de neonatos del centro hospitalario, la doctora Abla al Alfi, afirmó que se había producido "una cierta estabilización" desde que la pequeña salió del quirófano el pasado sábado. Al Aldi explicó también que ya se le había retirado la medicación que controlaba las convulsiones posoperatorias, aunque se le mantienen aquellas relacionadas con la presión arterial, hipotermia, mala función hepática y los anticoagulantes. "Con suerte, dentro de 24 horas la habremos estabilizado", añadió.
Manar nació el pasado 30 de marzo junto a su hermana Noora, quien pudo abandonar el hospital una semana después tras superar unos pequeños problemas respiratorios. Ella, en cambio, nació con una cabeza de más, lo que la obligó a permanecer en la UCI durante otro mes. Manar se estaba desarrollando con normalidad, pero no se podía sentar ni gatear por el peso extra de la segunda cabeza parásita. Este raro defecto de nacimiento se da cuando un embrión empieza a duplicarse para dar lugar a gemelos idénticos, pero el proceso se queda a medias.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 22 de febrero de 2005