Helena Pimenta, una de las pocas mujeres que en España se dedican a la dirección de escena, estrena mañana en el teatro Albéniz de Madrid La tempestad, de Shakespeare, con su compañía Ur Teatro. Para este montaje de la última obra del dramaturgo, que se considera su testamento escénico, la directora ha contado con escenografía y vestuario de José Tomé y un amplio reparto en el que se encuentran actores como Álex Angulo, Ramón Barea o Vicente Díez, quienes se enfrentan por primera vez a un shakespeare.
"Esta pieza pone de relieve que si el dramaturgo inglés hubiera vivido más años hubiera dado un giro a su trayectoria dramática", dice Pimenta de esta obra en la que ve reflejada "la tan necesaria ambigüedad de Shakespeare". La tempestad está inspirada en hechos reales que se dieron en torno a 1611, año en que fue escrita, y no en épocas anteriores como la totalidad de las obras shakespearianas: "Además, plantea las cuestiones por las que había mayor interés en esa época, como el enfrentamiento entre el bien y el mal, las ansias de colonización o el deseo de rectificar errores que se daban en el orden social", comenta Pimenta.
La directora confiesa que para la puesta en escena ha sido necesario un trabajo colectivo, algo que se ha visto incrementado por el hecho de estar ante una obra muy coral: "No estamos ante un Shakespeare retórico, se trata de una obra casi conceptual, en la que el autor sintetiza todo en torno a cuatro tramas: una grotesca, otra lírica, otra épica y, por último, una mágica". Pimenta ha situado esos cuatro bloques, conectados entre sí, alrededor de dos grandes temas: "El poder, pero ejercido con violencia, y la libertad, pero como primera gran sacrificada de ese poder humano".
Para Barea, es tranquilizante que los eruditos en Shakespeare no se pongan de acuerdo al definir la obra. A Angulo, al que le divierte mucho su papel de borracho, le parece increíble que la obra tenga casi cuatro siglos porque, afirma, "me siento muy aludido".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 23 de febrero de 2005