A primera vista se podría pensar que ética y moral son o deberían ser conceptos sinónimos, aunque no siempre es así. Pero, ¿podría una conducta ética, ser considerada inmoral?
El sida se ha convertido en una pandemia devastadora solo comparable a lo que en su día fue la peste. El continente asiático, y sobre todo el continente africano están siendo especialmente castigados. De 42 millones de personas seropositivas o que padecen la enfermedad en el mundo, 30 millones residen en África Subsahariana. El año pasado, se infectaron aproximadamente otros 5 millones de personas. El mecanismo de transmisión predominante fueron las relaciones heterosexuales, sin olvidarnos de la creciente cantidad de niños contagiados mediante transmisión materno-fetal. En el último año la epidemia se cobró más de 3 millones de vidas. Más de 25 millones de niños serán huérfanos a causa del sida a finales de esta década en todo el mundo, aunque para muchos de ellos eso no será un gran problema ya que también están condenados a morir a causa de la enfermedad. El 95% de los infectados, vive en países subdesarrollados. Los números son abrumadores, y detrás de cada uno de ellos hay un ser humano.
Partiendo de estos datos, considerando que según todos los expertos, organismos y autoridades sanitarias el uso del preservativo es un método sencillo y útil en la prevención de la transmisión, y teniendo en cuenta que sería más que difícil imponer la castidad a todo un continente, o al mundo entero, resulta comprensible que recomendar el uso del preservativo, en este caso, es no sólo éticamente correcto sino necesario. Pues bien, según la jerarquía eclesiástica tal recomendación es inmoral, y de ninguna de las maneras puede sumarse a ella.
Resulta inconcebible que una institución que se precia de defender la vida, ignore esta realidad y mantenga esta postura, sólo por su obcecación en aferrarse a una pseudomoral sexual dogmática, obsoleta, hipócrita y antinatural. En este caso, ética y moral coinciden ya que la actitud de la iglesia me parece no sólo contraria a la ética, sino también inmoral.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de febrero de 2005