Una jornada de puertas abiertas mostró ayer a particulares, estudiantes y alarifes tres de los nueve proyectos de edificios de viviendas de protección oficial que profesionales extranjeros, con colegas españoles, han construido en Villaverde, Sanchinarro y Latina. Anfitriones de esta muestra arquitectónica contemporánea fueron la Empresa Municipal de la Vivienda y el Colegio de Arquitectos.
Dentro de un proyecto arquitectónico, máxime si se refiere a la construcción de viviendas protegidas, no sólo ha de haber cálculo, también sensibilidad e inteligencia. Así quedó probado ayer durante la jornada de puertas abiertas convocada por la Empresa Municipal de la Vivienda y el Colegio de Arquitectos. La empresa pública que rige el concejal Sigfrido Herráez quiso fichar en el año 2000 nueve estudios arquitectónicos foráneos, para dotar a Madrid de miradas nuevas, explícitas en proyectos con los que enriquecer la trama habitacional de la ciudad. Ayer mostró tres de ellas al público.
Para comprobar su verdadera entidad -la calidad de sus pisos, su hechura-, decenas de amantes de la arquitectura se desplazaron, en primer lugar a Villaverde, para recorrer un edificio de viviendas de alquiler ideado por el británico David Chipperfield, con el apoyo de los españoles José María Fernández Isla y Manuel Santolaya. Albergará 176 inquilinos en viviendas de plurales formatos, con pérgola y estacionamiento. Se trata de una manzana con personalidad y presencia, vestida de una piel rojiza ahuecada por ventanales que hablan de rectitud y de geometría. Su principal propuesta -que evoca un ápice los denominados rascacielos yemeníes- reside en su remate.
Los áticos, a base de correcciones angulares, leves y ascendentes, quedan integrados en un solo volumen. Las innovaciones externas filtran soluciones clásicas en el tratamiento de los interiores, confortables, sí, pero ceñidos a su expresión somera. El edificio se llama Verona y está listo para ser habitado.
En la calle de Faustino Cordón, en Campamento, los jornadistas pudieron ver que los arquitectos mexicanos Ricardo y Víctor Legorreta, con el español Eugenio Aguinaga, han levantado un conjunto de 112 viviendas, Parque Europa, cuya arquitectura parece resonar con la obra plástica de Luis Barragán. Cálidos amarillos y achocolatados marrones atraen la mirada hacia un volumen gozador izado sobre la yerta y atribulada carretera de Extremadura, que los arquitectos, así, humanizan.
Y en Sanchinarro, Blanca Lleó mostró el coloso de 22 plantas que el grupo holandés MVDRV y ella han levantado, con nueve fachadas coexistentes versadas hacia un desafiante óculo que, a 40 metros del suelo, perfora el horizonte y se apropia del paisaje del Guadarrama. Los tres conjuntos muestran que la emoción de color, transparencia y geometría, también son accesibles desde las viviendas protegidas de Madrid.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 2 de marzo de 2005