El pasado 13 de febrero apareció publicada en el suplemento Domingo, del periódico que usted dirige, una entrevista a la ministra de Sanidad, Elena Salgado, realizada por María Antonia Iglesias. En dicha entrevista se puede leer una pregunta que la redactora hace a la ministra que dice textualmente: "También percibió que había en ese ministerio un exceso de relaciones públicas. ¿Se está usted refiriendo con ese eufemismo a síntomas de corrupción?".
Como presidente de la Asociación de Empresas Consultoras en Relaciones Públicas y Comunicación (ADECEC), no puedo más que expresar mi indignación ante el citado párrafo. Considero que un periódico que hace de la ecuanimidad y rigor profesional uno de sus estandartes más representativos, no puede permitirse el lujo de acoger en sus páginas un ataque frontal y directo a una profesión (las relaciones públicas) cuyos licenciados se forman en 33 universidades españolas.
La finalidad de las relaciones públicas, como herramienta de comunicación organizacional, no es otra que facilitar el buen entendimiento entre una empresa o institución y su entorno más inmediato, ya sean medios de comunicación o los públicos a los que se dirige, a través de la transparencia y la claridad. Las relaciones públicas jamás deben ser confundidas con la corrupción, la manipulación u otras malas prácticas al margen de toda ética profesional.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 2 de marzo de 2005