Soy un profesor de enseñanza secundaria que durante cuatro años tuvo la suerte de trabajar en el IES Caura de Coria del Río (Sevilla). Este centro ha adquirido en las últimas semanas una triste notoriedad por un presunto caso de acoso a un alumno que había revelado su condición homosexual. Entiendo que el tema es muy delicado y que reúne algunos ingredientes que pueden alimentar el morbo de la opinión pública y de algunos medios periodísticos. Pido por ello a la prensa que aborde este asunto con la máxima prudencia e imparcialidad, respetando tanto la presunción de inocencia de los menores denunciados como la actuación llevada a cabo por el instituto.
Me parecería lamentable y tremendamente injusto que este caso pudiera empañar la reputación y buen nombre de este centro, en el cual una excelente plantilla de profesionales desempeña con eficacia y voluntad este ingrato y poco reconocido trabajo de educar y enseñar a los jóvenes, labor en la que los docentes demasiadas veces nos encontramos solos como locos Quijotes luchando contra molinos de viento.
Envío con estas líneas mi apoyo más decidido al claustro de profesores y al equipo directivo del IES Caura.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 4 de marzo de 2005