La incorporación al trabajo de la mujer es un hecho incuestionable. En muchos casos por necesidad. Si además de trabajar en una empresa, tiene que sacar adelante una familia e hijos, se le obliga a ser mujer trabajadora, y malabarista candidata al mismísimo Circo del Sol.
El problema no es la trasnochada igualdad de sexos, sino la posibilidad de que la mujer y el hombre puedan hacer compatible trabajo y familia.
Es necesario potenciar empresas familiarmente responsables que se tomen en serio la Carta de Derechos de la Unión Europea: la principal prioridad en política familiar es la puesta en marcha de medidas que permitan conciliar la vida familiar y profesional (art. 33).
Hay que mejorar las políticas del Gobierno de protección a la familia. Hoy en día se da una discriminación sobre la mujer trabajadora: si incluyes en tu curriculum vitae que estás casada, o piensas tener un hijo, casi seguro que no te contratan.
Tenemos uno de los índices de natalidad más bajos del mundo (1,2). ¿ No podrían las cabezas pensantes de nuestros políticos defender a quien no desea esconder a su familia, sino hacerla compatible con un trabajo profesional.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 5 de marzo de 2005