Hoy por hoy, la mayoría de ciudadanos de Cataluña pensamos que el presidente Pasqual Maragall se equivocó acusando a CiU de corrupción sin aportar pruebas.
Sería grave que lo hubiera hecho cualquier político, pero lo es más que lo haya dicho el presidente de la Generalitat, que se supone que nos representa a todos y tiene un valor institucional y no partidista muy relevante. Y si estamos de acuerdo en que Maragall cometió un error, también tendríamos que estarlo en que ha de pedir disculpas. Unas disculpas que tendría que presentar en el Parlament, es decir, en el mismo lugar donde hizo esta acusación, y no a través de una cadena de televisión de Uruguay y con un juego de palabras.
Estoy seguro de que si el presidente se disculpa, CiU optará por no ir a los tribunales y de esta manera acabará esta tensión que no gusta a la gente y que no beneficia al país.
Y por lo que respecta a la corrupción, pienso que la cosa está clara: el día en que alguien, sea quien sea, tenga pruebas de actuaciones ilegales, que no espere ni un segundo y acuda a los tribunales. Como espero que se haya hecho siempre, naturalmente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 7 de marzo de 2005