Pepi Trenado llevaba más de 30 años regentando, junto con su marido, una tienda de ropa en la calle de Sigüenza. Él tiene 60 años, ella 55, y ya pensaban en "hacer un rinconcito" para la jubilación. "Los autónomos tenemos una pensión bastante escasa", dice.
Todo se vio truncado con los desalojos, cuando tuvo que irse de su casa y de su tienda. Le han advertido de que no podrá volver hasta dentro de ocho meses. "Dos temporadas sin trabajar. Esto supone perder clientes, que se acostumbrarán a otros hábitos", lamenta. Y lo peor, asegura, es que el matrimonio dice no tener "ni edad ni fuerza" para remontar el negocio. "Me van a devolver mi comercio, pero arruinado". Estos días ha aprendido de la solidaridad de los vecinos. "Pero ahora he de aprender otra cosa, a vivir con miedo en mi tienda y en casa", dice.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 7 de marzo de 2005