Una rápida escapada a Madrid me ha permitido ver la exposición de Alfred Stieglitz (Nueva Jersey,1864-Nueva York, 1946) en el Museo Reina Sofía. Bajo el título Nueva York y el arte moderno. Alfred Stieglitz y su círculo (1905-1930) se examinan sus distintas aportaciones al desarrollo de la fotografía y su reconocimiento como arte autónomo al inicio del siglo XX. Hijo de una buena familia de origen alemán, viaja, estudia en Europa y combina las ideas de las nuevas corrientes fotográficas de moda en París, Londres o Berlín con el modernismo, marcado por la expansión industrial que vive en Nueva York. Además de su trabajo como fotógrafo, edita varias revistas. Quizás la más notable sea Cámera Work, que aparece en 1902 y hasta su desaparición en 1917 es toda una referencia para la fotografía de aquella época.
La exposición del Reina Sofía arranca su periplo en 1905, cuando Stieglitz funda su galería The Little Galleries of Photo Secession, en el 291 de la Quinta Avenida. En este local, con ayuda de Eduard Steichen, da a conocer los trabajos de numerosos fotógrafos pictorialistas y, a partir de 1907, la pintura moderna europea, con artistas como Rodin, Matisse, Picasso o Cézanne, entre otros. Varias de aquellas obras se exponen ahora junto a alguna reconstrucción de instalaciones preparadas en aquellos años.
A partir de 1913, Picabia se incluye entre los próximos al fotógrafo y sus amistades. Su dinámica intelectual aporta aires nuevos a un circulo de creadores abierto a la innovación. De esta manera se promueve la publicación de una nueva revista, la 291, con criterios tan revolucionarios como Les soirée de Paris, liderada por Guillaume Apollinaire. Los ejemplares expuestos reflejan un trasvase internacional de pensamientos e ideas artísticas.
Los aspectos editoriales se enriquecen con la selección de 80 fotografías realizadas por el protagonista de la muestra. En ellas se constata la evolución estilística del fotógrafo y su grupo Photo-Secession, desde sus primeras fotos pictorialistas hasta lo que denomina "fotografía directa", pura, divorciada de la imitación de estampas y modelos heredados del academicismo más retrógrado del XIX. En esta medida pueden verse sus retratos analíticos, los rascacielos de su ciudad de adopción, escenas de personajes de la vida cotidiana o parte de la serie Equivalentes, donde experimenta con imágenes de nubes y cielos abstractos. La exposición ensalza el gusto por el desafío a las nuevas formas del autor y su gente más próxima. A su vez, es modelo de la viabilidad de una orientación innovadora.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 8 de marzo de 2005