Ni se sienten discriminadas por ser mujeres, ni peor pagadas que los hombres. Y si no están en las altas esferas del poder, es, sobre todo, porque ellas deciden no estar, no porque no tengan la opción. Tales son las conclusiones del estudio Mujer y Empleo.Opciones y decisiones, presentado ayer y basado en 150 entrevistas extensas a mujeres profesionales en el cénit de su carrera y aquellas que se encuentran en el tramo medio.
La directora del estudio, María Benjumea, del Círculo de Progreso, revela que las dos causas de que haya sólo un 3% de altas directivas son, por un lado, los valores que las mujeres hacen prevalecer frente a su trabajo, "sobre todo los hijos" y, por otro, decisiones de tipo personal. "Lo que dicen son cosas del tipo 'no me compensa", asegura Benjumea. "En los primeros niveles hay que trabajar mucho", añade, "pero el mensaje a lanzar es que las mujeres pueden conseguirlo y que con la primera persona que tienen que negociar es con la pareja para compartir las responsabilidades".
La mayor percepción de discriminación de género, según el estudio (que se complementa con una encuesta a 1.452 jóvenes) la tienen las profesionales liberales y las que trabajan en instituciones. Las más libres de esta sensación son las empresarias y las trabajadoras de las administraciones públicas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 10 de marzo de 2005