Una inmensa tormenta de nieve obligó ayer a suspender el Steaua-Villarreal a pesar de la insistencia en que se jugara por parte de la UEFA, que mantuvo a cerca de 30.000 aficionados durante más de hora y media aguantando estoicamente el temporal. La UEFA y el Steaua presionaron para que el partido se disputase hoy, pero el Villarreal consiguió imponer su voluntad: jugarlo el miércoles día 16 en Bucarest mientras que el partido de vuelta se celebrará el domingo día 20 en el campo de El Madrigal. Eso supone, a su vez, aplazar el Osasuna-Villarreal de la Liga española.
No solamente era nieve, sino un viento infernal que lo congelaba todo. Los hinchas habían acudido a ver un encuentro y no parecían dispuestos a abandonar esa idea bajo ninguna circunstancia. Finalmente, no tuvieron más remedio. Y a las 20.30 hora española abandonaron pacíficamente el estadio Ghencea después de que por megafonía se anunciara el aplazamiento de la cita.
Los jugadores de ambos equipos, después de completado el calentamiento, se refugiaron en el vestuario y ya no regresaron al terreno de juego. "Era imposible jugar en estas condiciones", declaró Quique Álvarez, capitán del Villarreal.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 11 de marzo de 2005