El Parlamento de Westminster aprobó ayer, tras 12 votaciones, la nueva Ley de Prevención del Terrorismo. Si no hubiera habido acuerdo antes del domingo por la tarde, Abu Qutada y los otros ocho sospechosos de terrorismo puestos en libertad ayer bajo estrictas condiciones hubieran quedado completamente libres porque la vieja ley que permitía su reclusión o su control habría perdido vigencia sin que la nueva hubiera entrado en vigor.
Lores (donde los laboristas son minoría) y diputados empezaron la tercera y última lectura de la ley el jueves, pero no la aprobaron hasta la tarde de ayer, tras varios debates y votaciones nocturnas y al alba. Laboristas y conservadores se han acusado mutuamente de utilizar el terrorismo con fines electorales. El líder tory, Michael Howard, acusó a Blair de querer reventar la ley para acusar del fracaso a los conservadores y proclamar que los laboristas son los más duros contra el terrorismo. Y Blair le acusó de estar jugando políticamente con el terrorismo aprovechando que el Gobierno elegido no tiene la mayoría en los Lores, una Cámara cuyos miembros no son elegidos y que a juicio de los Comunes debía someterse a su voluntad en un caso urgente y con posiciones opuestas.
Blair, que ha proclamado que la seguridad nacional está por encima de la libertad, algo que sólo se suele aceptar en tiempos de guerra, se negaba a aceptar algo que, visto desde fuera y constatado el desacuerdo, parecía bastante sensato: una cláusula que limitara a un año la vigencia de la ley para dejar pasar las elecciones y buscar luego un acuerdo de consenso, lo que permitía cumplir el objetivo común de que el Gobierno pudiera mantener bajo control a los sospechosos de terrorismo que no puede llevar a juicio porque no quiere hacer públicas las pruebas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 12 de marzo de 2005