Que todo se compra y todo se vende, que todo es pura transacción, ya lo sabíamos al menos desde Castañuela 70. Pero nos faltaba por ver el Big Bang origen de un nuevo mercado, por si había pocos. Este se llama "medioambiental", aunque en realidad consiste en negociar con los permisos para enguarrar el aire.
Recientemente las páginas económicas de este periódico nos ilustraban sobre las grandes posibilidades del business, al que se referían con curiosas y dulcificadas metáforas: "apetitoso pastel", "como las moscas a la miel están acudiendo empresas..." (por cierto, las moscas también acuden a la mierda, ¿no?).
Si lo he entendido bien, este novedoso zoco significa que si según el protocolo de Kioto a una fábrica de azulejos de Onda le toca contaminar sólo 6, pero luego contamina 10, pues tendrá que pagar la diferencia a una cementera de Agost o a una factoría de vidrio de la Toscana que hayan reducido sus gases mucho más de lo asignado. Cien empresas valencianas están en la lista, casi mil españolas, aunque dicen que todavía no han recibido sus derechos de emisión (curioso término, "derechos de emisión de porquería", ¿nuevo derecho humano?) Y claro, al calor de fenómenos tan innovadores como los simcav, bancos de carbono, bolsa europea de CO2, intermediación de los derechos del efecto invernadero y algunos etcéteras... se van a mover miles de millones (200.000, calculan) en pocos años, por lo que están brotando nuevas compañías de brokers. Aunque no parece que estas nuevas empresas, por sí solas, vayan a acabar con el paro en el mundo, porque negro sobre salmón se publicaba también que, por ejemplo, una de ellas factura 275 millones de euros ¡con sólo cinco empleados! En aquellas mismas páginas venía la foto de uno de los equipos profesionales: cuatro jóvenes y dos jóvenas sonrientes y esperanzados con este nuevo campo que abre ante ellos el cambio climático: el toma y daca de apestosas flatulencias.
Pero en fin, baste recordar que una reciente fallerita mayor quería ser registradora de la propiedad, así que sobre vocaciones no hay nada escrito.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 13 de marzo de 2005