Brian Nichols, el hombre que arrebató su arma a una policía cuando iba a ser juzgado y mató al juez y a otras tres personas el pasado viernes, fue detenido ayer en Duluth, al norte de Atlanta, después de una operación de búsqueda y captura en la que participaron cientos de policías. Nichols se había refugiado en el piso de una mujer, probablemente una amiga, y se entregó sin ofrecer resistencia al darse cuenta de que estaba rodeado.
Los agentes malgastaron 13 horas tras una pista falsa, porque el perseguido tuvo la sangre fría de robar primero un coche a un periodista al lado de los juzgados y luego abandonarlo en otra planta del aparcamiento. Lo que hizo después, probablemente, fue asaltar a David Wilhem, un funcionario de aduanas que posteriormente apareció muerto en el norte de Atlanta. Tanto su vehículo como su placa de identificación y su arma habían desaparecido. El coche de Wilhem estaba bajo el apartamento en el que Nichols fue detenido, y fue una información de un vecino la que permitió a la policía la captura.
Nichols, un negro de 33 años, estaba siendo juzgado por el asalto, secuestro y violación de una ex novia y otras acusaciones por la que, debido a sus antecedentes, se enfrentaba a una condena de cadena perpetua. El viernes por la mañana, dentro del edificio de los juzgados, desarmó a una policía, a la que hirió de extrema gravedad, y después disparó y mató al juez Rowland Barnes -que el día anterior había pedido un refuerzo de la seguridad en el juicio, cuando se encontró un cuchillo casero en el zapato de Nichols- y a otras dos personas, una taquígrafa del juzgado y un policía.
Según las declaraciones a una televisión local de su abogado, Barry Hazen, "Nichols debió presentir que tenía grandes posibilidades de ser condenado". Según declaraciones del jefe de la policía de Atlanta, Richard Pennington, a la CNN, "después de haber arrebatado la primera pistola se enfrentó con otro agente y creemos que también le quitó su arma".
Por otro lado, un hombre mató ayer a tiros a cuatro personas e hirió a otra decena durante un servicio religioso que se celebraba en un hotel de Brookfield (Wisconsin). El agresor se suicidó.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 13 de marzo de 2005