Todo el mundo parece haber olvidado que hace ya muchos años que el castellano quedó desterrado del Parlamento catalán. La última persona que intentó emplearlo (usar una de las lenguas cooficiales, ¡hasta ahí podíamos llegar!) fue objeto de escarnio y abucheos. Pero no tuvieron bastante con censurar el castellano, ahora quieren humillarlo en el Congreso de los Diputados. Bonita asimetría. Por añadidura, la "solución" de autotraducirse es un nuevo insulto a los contribuyentes, que no logramos entender que sus señorías pierdan el tiempo innecesariamente cuando el país tiene problemas muy graves que resolver.
Zapatero va a perder una ocasión preciosa para demostrar a sus electores que su concepto de talante no consiste en dar la razón a quien más grite.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 13 de marzo de 2005