Con relación al artículo publicado en EL PAÍS Andalucía el 27 de febrero, relativo a la demanda de la trabajadora del IAM por negarle una reducción de la jornada acumuladas en días para compatibilizar la vida familiar y laboral, me causa más que sorpresa, estupefacción porque no es la primera vez que en los últimos meses leemos artículos en los que se agravia laboralmente a trabajadoras del Centro de la Mujer y de los Centros de Acogida, mientras que sus políticas, directoras y altos cargos proclaman a boca llena políticas de igualdad y conciliación de la vida familiar y laboral.
Desgraciadamente tampoco me sorprenden las declaraciones de la directora del IAM, Soledad Ruiz, que en lugar de buscar una solución al problema, remite a la trabajadora a los órganos judiciales para que apliquen una norma (Ley de la Conciliación de la Vida Laboral y Familiar 1999), por lo que teóricamente este organismo de igualdad ha sido promotor y, sin embargo, una vez promulgado, en lugar de proceder a su aplicación automática, predicando con el ejemplo para las demás instituciones, administraciones públicas y empresas, la vulnera completamente.
Una vez más se cumplen los pronósticos de nuestro sabio refranero "en casa del herrero, cuchara de palo".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 14 de marzo de 2005