El día de los inocentes ya ha pasado. Señor Soria, su artículo del otro día, Caballeros, en EL PAÍS me parece una broma de muy mal gusto. Esta visión que usted da, tan idílica y romántica de un Centro Histórico encantador, paseable, acogedor y lleno "de relieves delirantemente joviales" ha desaparecido. Quizás me recuerda a que conocí al llegar a Valencia hace más de 15 años. ¿De verdad cree que la querida Mª del Mar Bonet diría ahora que la calle Caballeros está llena de sombras, geranios, humedades y tinieblas, saliva y entendimiento? No, yo creo sinceramente que no.
Si va de día, podrá apreciar que hoy esta calle está llena de agujeros, 38 concretamente, tras varias reurbanizaciones "peatonales", fruto de la intensidad del tránsito rodado (intensidad media diaria superior a 7.000).
En El Carme y sobre todo en Caballeros hay riadas de gente por las calles, a millares. Gritan mucho, beben mucho, se drogan mucho, destrozan el mobiliario urbano (¿) y se retiran a las tantas de la madrugada después de habernos maltratado el Centro como no harían nunca con sus propios barrios. ¿Ésta es la manera más "entretenida y variada de pasar la noche y que nos abre alguna puerta al azar"?
Francamente señor Soria, ¡qué frivolidad! ¡Qué superficialidad! Si quiere celebrar el cumple de su amigo de Caballers de Neu, le compra un pastel y ya se lo harán, pero rendirle homenaje público haciendo una película de ficción del Barrio de El Carme, me parece desfasado, sin tino, porque hace pupa a mucha gente. Muchos han tenido que huir por eso, desesperados.
¿Usted cree que a los vecinos les gusta enfrentarse a un gremio tan poderoso como es el de la hostelería y con unos políticos municipales tan poco interesados por el tema? Su artículo es una muestra evidente de que si algo decente queremos obtener será a base de una tenaz exigencia. No nos podemos permitir que un señor entendido como usted haga una crónica tan desinformada y desactualizada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 15 de marzo de 2005