El 14 de marzo, al menos en Madrid, decenas de edificios mantienen las calefacciones en funcionamiento mientras las personas que trabajan dentro mantienen abiertas las ventanas para combatir el calor. Es un ejemplo maravilloso de eficiencia energética, en estos tiempos que tanto se habla de Kioto. Debe ser que desde que nos consideramos un país rico, o de ricos, queremos demostrar que somos capaces de derrochar energía, para envidia del mundo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 15 de marzo de 2005