La sevillana María del Carmen Filigrana García forma parte de ese 1% de gitanos andaluces que cursan estudios universitarios. En Andalucía se calcula que este colectivo asciende a 300.000 personas y un tercio de ellas viven en la marginación y exclusión social. A pesar de ello, María del Carmen, de 22 años y estudiante de quinto curso de Psicología, no se siente "la excepción que confirma la regla". "Como en cualquier sociedad donde la marginación está presente, el número de universitarios es muy bajo. No tiene que ver con la condición de formar parte o no de la cultura gitana", subraya.
Esta joven fue una de las participantes ayer en las jornadas itinerantes tituladas Caravana Universitaria Romí, organizadas en la Universidad de Jaén por la Asociación de Mujeres Gitanas Universitarias de Andalucía (Amuradi), de la que Filigrana es vicepresidenta. Mesas redondas, proyecciones de documentales y una exposición sobre el pasado y presente del pueblo gitano son algunas de las actividades que en los próximos meses también se celebrarán en las universidades de Málaga, Granada y Almería, con la colaboración del Instituto Andaluz de la Juventud (IAJ) y de la Mujer (IAM).
MÁS INFORMACIÓN
"La misión de esta iniciativa es favorecer la convivencia y el acercamiento de la cultura gitana al ámbito universitario andaluz, con el objetivo de potenciar el conocimiento y la prevención de la discriminación y los prejuicios sociales que existen sobre nuestra comunidad", explica la joven.
De padre gitano y madre paya, María del Carmen y su hermana Pastora, de 23 años y recién licenciada en Derecho, son las primeras universitarias de la familia. Como el resto de mujeres que forman parte de Amuradi, defiende que el progreso de la comunidad gitana pasa por la educación y el papel de la mujer como transmisora de los valores. "Siempre he contado con el apoyo de mis padres, que es lo principal. Pero también hay que reconocer que existen comunidades más aisladas que priman otros valores como el trabajo y la familia, con el matrimonio a edades tempranas, antes que la educación", añade.
Para la vicepresidenta de Amuradi ninguna de las dos posturas están encontradas. "Yo no he renunciado a los valores de la cultura gitana por mis estudios. Al contrario, hay que buscar la manera de enriquecernos con aquello que pueda ser positivo para seguir manteniendo nuestras creencias", explica.
Para entender ese cierto aislamiento que se vive en algunas comunidades gitanas, María del Carmen echa la vista atrás. "El pueblo gitano ha sido uno de los más perseguidos y silenciados a lo largo de la historia. Nos hemos caracterizado por ser nómadas y como minoría perseguida siempre ha habido recelo a seguir los cánones que marcaba la sociedad mayoritaria", cuenta la joven. Con la intención de que la situación de la comunidad gitana mejore, María del Carmen es una de las monitoras de un taller de habilidades sociales dirigido a mujeres que Amuradi ha puesto en marcha en el barrio hispalense de San Diego, una de las zonas con mayor absentismo escolar de Andalucía.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 16 de marzo de 2005