Brillante ganadora de la pasada edición del festival de San Sebastián, Las tortugas... es un drama sordo, terrible y doloroso, una experiencia realmente límite en lo que a soportar el sufrimiento ajeno en la pantalla se refiere. Su anécdota es tan parca como, en el fondo, didácticamente efectiva: se trata de ver, en una peripecia centrada en un grupo de adolescentes y niños supervivientes de las sucesivas represiones de Sadam Husein (la película transcurre en el Kurdistán, en la frontera entre Irán e Irak), justamente los estragos y las herencias de esa guerra pasada, las ilusiones depositadas en la próxima invasión americana (la acción culmina con la entrada de los tanques de la coalición)... y el choque de todo esto con la realidad del día a día.
LAS TORTUGAS TAMBIÉN VUELAN
Dirección: Bahman Ghobadi. Intérpretes: Avaz Latif, Során Ebrahim, Hiresh Feysal Arman, Saddam Hossein Feysal. Género: drama. Irán-Iraq, 2004. Duración: 95 minutos.
Una realidad no ya dura, sino casi inhumana: los chicos sobreviven gracias a la recogida de bombas antipersonas, una experiencia que es, a la vez, ficción y vida, porque varios de los protagonistas se han dedicado realmente a esa tarea, y algunos incluso muestran las marcas atroces que les ha dejado tan peligroso trabajo. Una realidad fantasmal, hecha de penalidades mil, en medio de las cuales emerge la lección del filme: incluso en las situaciones más extremas, siempre queda algo, un deseo de superación, el peleón instinto de supervivencia que hace de la cotidianidad una lucha a brazo partido contra lo adverso.
Película terrible, experiencia atroz, Las tortugas... es también un imprescindible documento: contra la locura de la guerra, contra la ferocidad que se ceba siempre en el más débil, contra los más bajos instintos que asuelan a los hombres cuando echan mano de las armas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de marzo de 2005