El 14 de marzo me vi sorprendido por un "documental" esperpéntico. Hablo del que se emitió en Telemadrid, a las diez de la noche, titulado Del 11 al 14-M, cuatro días que cambiaron España. Me pareció asqueroso el utilizar un medio público para fomentar el partidismo, utilizando la mayor matanza en España para fines políticos (no se puede llamar de otra manera).
Apenas duré unos minutos pero tuve suficiente tiempo para ver lo que se cocía tras él.
Manipulación, eso es lo que era, ni más ni menos.
No hay que llamarlo de otra manera, la cuestión era decir lo que mantiene el PP sin más, utilizando frases fuera de contexto, apoyando bases que se caían por su propio peso, gritando el "odio" hacia la cadena SER -en ningún momento apareció otro medio de comunicación (¿?)-, en definitiva, manifestando lo que les daba la gana; jugando sucio.
Lo que realmente me angustiaba era ponerme en la piel de alguien que había perdido a un familiar o amigo, comprobar que a una televisión pública no le importaba los muertos sino salvaguardar la imagen de unos políticos (cuando esto ocurre es porque no deben de dormir muy bien).
Gracias a este publirreportaje pagado con mis impuestos no volveré a ver más Telemadrid pues amo más la democracia que la soberbia, la ira y la sinrazón.
Pensé que este tipo de documentales ya habían pasado a la historia, cuando no había democracias sino...
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de marzo de 2005