Ha sido suficiente una denuncia anónima sobre la aplicación de sedantes a enfermos terminales en el Servicio de Urgencias del hospital Severo Ochoa de Leganés para que se ponga en tela de juicio la actuación de un equipo médico de prestigio. La manipulación de una denuncia no comprobada y el pábulo público que se le ha dado han generado una importante inquietud en el ámbito social y médico.
La actuación del señor Lamela, consejero de Sanidad, ha sido muy lamentable; es un ejemplo de irresponsabilidad impropia del máximo dirigente de la Sanidad madrileña. Ha divulgado ampliamente el contenido de la denuncia anónima, y con ello da validez a la delación como procedimiento eficaz para atacar a personas o instituciones sin riesgo alguno para el denunciante. Con el relevo temporal del responsable del Servicio de Urgencias ha contribuido a dar credibilidad a los hechos denunciados, dando lugar a la aparición de una alarma social sin precedentes en la población atendida en el hospital de Leganés.
La sedación constituye una parte de las medidas paliativas aplicadas a los enfermos en la fase terminal de su enfermedad. Es un tratamiento habitual en estas situaciones y las dosis de las drogas utilizadas son variables según diversos protocolos y casos.
El lugar idóneo para el tratamiento de los enfermos oncológicos en fase terminal no debe ser un Servicio de Urgencias. La causa de que este tratamiento se tenga que aplicar en el Servicio de Urgencias del hospital Severo Ochoa es la insuficiencia manifiesta de camas de hospitalización para cuidados paliativos, cuya provisión es responsabilidad de la Consejería de Sanidad. ¿Cómo piensa el consejero restituir el honor y buen nombre del doctor Luis Montes? Creemos que es de justicia su reposición inmediata en el cargo que ostentaba.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 24 de marzo de 2005