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La fábula, la avaricia y la olla

Su historia serviría de fábula de Samaniego rematada con la moraleja de la avaricia y el saco. Un hombre encontró el verano pasado una vieja olla de barro enterrada a un metro de profundidad en el barrio de Sant Andreu (Barcelona) cuando realizaba unas obras. Dentro había monedas antiguas de oro y plata que generosamente repartió con un compañero de zanja, tanto, que éste se quedó con las mejores, a juicio del autor del hallazgo. Desoídas las quejas, el primero le denunció en el juzgado. La Policía Nacional de Barcelona obligó a ambos a llevar las monedas a la comisaría. Un experto numismático certificó que corresponden a los reinados de Carlos III, Carlos IV y Fernando VII, entre 1774 y 1805. El valor de las de oro oscila entre 600 y 6.000 euros cada una; las 29 de plata, entre 100 y 1.300 euros. Por supuesto, las monedas no salieron de la comisaría. Al denunciado se le acusa de un delito de apropiación indebida del patrimonio histórico. El denunciante, como poco, se ha quedado sin sus monedas. La investigación sigue abierta para aclarar si alguno vendió alguna pieza. Sobre el origen de la olla aún no se sabe gran cosa. Se sospecha que pertenecía a un coleccionista porque responden a una secuencia ordenada. Pero no se sabe cuándo pudo ser enterrada, si poco después de que se acuñaran las últimas monedas o en la Guerra Civil. El análisis de la olla habría sido de gran ayuda, pero los dos hombres la rompieron poco después de encontrarla.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 25 de marzo de 2005