Tito Losada ha puesto en pie este interesante espectáculo, que se divide en dos partes bien definidas. La más importante es la segunda, una misa en la que los flamencos comparten protagonismo con el coro. Un coro de treinta y tantas voces, bien acoplado y con un buen entendimiento de lo jondo, que desarrolla con justeza y con gusto, al margen de la solemnidad propia del tema.
Los flamencos cumplen un difícil cometido, porque además de hacer la parte de cante, toque y baile que les corresponde, tienen que encontrarse con las voces del coro. Lo hacen bien, sin alharacas, pero con enorme entrega y convicción. Los estilos flamencos surgen con naturalidad, sin que se violente la música en ningún momento. Tito Losada, autor de la misma, ha compuesto una partitura sencilla, que se limita a servir los temas con naturalidad y poco más. Sobre ella los cantaores, percusionistas, guitarristas, hacen sus partes sin otros problemas que el de adecuar los volúmenes al coro. La parte de baile acusa un descenso de calidad, manteniéndose sólo Rafael Martos con un cierto nivel de dignidad.
Los gitanos cantan a Dios
Losada y Grupo. Coro Magerit de la Asociación Cultural Villa de Madrid. Centro Cultural de la Villa. Madrid, 25 de marzo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de marzo de 2005