España, año 2015. Hoy, como ayer, empieza un nuevo día. En una casa cualquiera, una pareja de hombres prepara el desayuno en un día muy especial: celebran su décimo aniversario de casados. Diez años en los que han vivido momentos buenos, otros tristes. Como cualquier pareja. Los críos salen para el colegio y el ritmo de lo cotidiano sigue su curso. Nada ha pasado. El mundo no se ha hundido. Sólo ha habido un cambio: lo invisible ha entrado en el campo de lo que existe, y desde hace diez años, millones de personas han dejado de ser discriminadas ante la ley en nuestro país.
España, año 2015. Agenda presidencial. A las 12.00 de la mañana la presidenta del Gobierno encabeza un acto institucional. El Parlamento celebra en pleno los diez años de la igualdad legal de lesbianas y gays. Por la noche se ha convocado un homenaje a las lesbianas, gays, bisexuales y transexuales que consiguieron acabar con siglos de discriminación institucional. Es el día de los agradecimientos. A quienes apoyaron el fin de la injusticia, a quienes hicieron avanzar la democracia.
Una lista en la que no están todos los que pudieron estar. Unos ausentes que por cobardía no hicieron nada, o que por convencimiento moral hicieron todo lo posible para frenar la igualdad. Hay momentos en la historia en que hay que ser valiente, señores políticos. Momentos en que no valen las medias tintas. Los "sí, pero no". Estos derechos sí, pero éstos, no. O se apoya o no se apoya. Valentía, señores parlamentarios del PP. Aún están a tiempo de cambiar la Historia que ustedes mismos están escribiendo. Eso sí, háganlo ahora. Porque no vamos a permitir que engañen a nuestros hijos diciendo que ustedes sí estuvieron allí, aplaudiendo la igualdad, cuando lo que hicieron fue hablar de apocalipsis y ofrecer caramelos falsos. La Historia les está observando, señores y señoras del PP. Por favor, no la defrauden.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 29 de marzo de 2005