Observo que cada vez la sección de clasificados se parece más a los anuncios de revistas de dudoso gusto, al menos para mí. Sin ser reaccionario, les agradecería que pensaran un poco más en la calidad que en el vil metal, porque si bien la gran mayoría de los días el periódico no nos alegra la jornada, lo que no podemos plantearnos es que nos lo alegre alguna señorita por teléfono.
Lo más curioso es que en esta misma página un anuncio nos incita a devolver la esperanza a gente que la ha perdido por la guerra. Una rara combinación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 31 de marzo de 2005