Sin gritos encendidos entre el público, con sus grandes estrellas en el banquillo y los reservas sobre el parqué. Así afrontan hoy el Real Madrid y el Barça el último encuentro del Grupo E de la Euroliga, un partido intrascendente porque ambos equipos perdieron toda posibilidad de clasificarse para cuartos de final con sus derrotas de la pasada jornada ante CSKA, el Madrid, y el Scavolini, el Barça. "Este partido lo afrontaremos como si fuera de pretemporada o un amistoso, con la idea de mejorar algunos aspectos del juego", dijo Manolo Flores, entrenador del Barça, tras perder por 87-101 contra el Scavolini en el Palau Blaugrana. "No nos jugamos nada, aunque el partido es un derby y al final seguro que a todos les saldrán las ganas", añadió entonces.
En el banquillo contrario, Maljkovic, un genio de la preparación psicológica, no se esforzará en recordar a sus jugadores que el Madrid no gana en casa al Barça desde 2001."Este partido será una buena ocasión para poner en práctica determinadas situaciones de juego", admitió ayer el preparador serbio, que esta semana dio dos días libres a la plantilla por primera vez este año. "Aunque carece de la habitual importancia de los Real Madrid-Barcelona, intentaremos ofrecer un buen espectáculo".
El Madrid se despide de la Euroliga con mal sabor de boca, tras desperdiciar dos prórrogas -ante el CSKA, en Madrid, y el Scavolini, en Pesaro- que le hubieran catapultado hacia la fase final de un trofeo que no gana desde hace 10 años. El Barça, por su parte, ha paseado por Europa la irregularidad que le acompaña en España: capaz de romper la racha de 42 victorias consecutivas del todopoderoso CSKA en Moscú, el equipo de Flores, tercer entrenador blaugrana del año, no pudo vencer al Scavolini en ninguno de sus dos enfrentamientos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 31 de marzo de 2005