Terri Schiavo, de 41 años y en estado vegetativo desde hacía 15, murió ayer en una clínica de Florida tras casi dos semanas sin recibir alimentos ni agua. Su muerte pone fin a una larga batalla legal y política. El 18 de marzo, un juez, a petición del marido de Schiavo y en contra de los padres de ésta, ordenó la desconexión de la sonda que nutría a Terri. Ni los sucesivos recursos legales de la familia ni la intervención del presidente estadounidense, George W. Bush, torcieron la voluntad de los jueces, que una y otra vez ratificaron aquella decisión. "Ha sido una muerte arbitrariamente acelerada", declaró un portavoz del Vaticano. En la foto, los padres de Schiavo reciben el consuelo de un religioso.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 1 de abril de 2005