Alfonso Pexegueiro, nacido en Angoares (Pontevedra) en 1948, es un destacado poeta y narrador en gallego. Poco conocido en el resto de España, contribuyó en los años setentaa cambiar el rumbo de la poesía gallega y a reivindicar la importancia de su lengua junto a autores más difundidos como Xosé Luis Méndez Ferrín y Arcadio López Casanova. Después, ya en los ochenta, fundó con Antón Reixa el colectivo Rompente, dedicado al cultivo de la literatura experimental. Se ha dicho de él que cultiva una poesía y una prosa surrealistas y oníricas, pero ligadas con la tradición autóctona. Por cierto, en Dados blancos, un libro escrito directamente en castellano, se transcriben dos preciosas Cantigas de Amigo.
DADOS BLANCOS
Alfonso Pexegueiro
Caballo de Troya
Barcelona, 2005
126 páginas. 12 euros
Conectando con las tendencias del autor, el libro es un experimento con el que quiere mostrar un espíritu rebelde e independiente. ¿Qué ofrece un libro como éste de género indefinible? En principio se presenta como la declaración dirigida por alguien ya mayor que ve de cerca la muerte a otra persona mucho más joven y que, supuestamente, seguirá sus indicaciones en el camino vital que le queda por recorrer. Oficiaría, pues, el libro de legado testamentario. Sucede, sin embargo, que el texto tiende a la vaguedad y al desbarajuste. Contiene de todo: breves narraciones, fragmentos ensayísticos, prosa poética, aforismos y recortes y, al cabo, ni uno ni otro, declarante y escuchador, quedan suficientemente dibujados. Lo único que queda claro es que el viejo tiene 83 años y está enamorado platónicamente de una vecina. El hombre que según dice él mismo "gruñe" en lugar de hablar expone con largueza el tema principal: la imposibilidad de hacernos entender mediante el lenguaje, pues éste "camina sin nosotros". Hablamos solamente "para hacer ruido con las palabras y oír por donde caen". Hay un momento en que alude al cuadro de Van Gogh El patio de ejercicios, donde los presos dan vueltas interminables como un símbolo del mundo real. Pues bien, al relator de esta obra le resulta imposible salir de la cárcel de palabras que ha construido y su vida es la de un prisionero. Al mirar con detenimiento lo escrito vemos que razonamientos hay pocos y predominan las intuiciones, admoniciones, exabruptos y quejas mil. Pero, en fin, como todos los libros, algo debe tener bueno. Lo encontramos en la narración de una fábula de animales entre "ranas blancas" y "sapos negros y peludos". Aquí hay una utilización metafórica de ciertas palabras, la simbología propia de esta clase de textos y una expresiva aparición de los adjetivos. Después de todo, se puede comprobar que el lenguaje sí sirve para algo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 2 de abril de 2005