Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
CARTAS AL DIRECTOR

Cinturón de seguridad

comparo su situación con la de otras muchas lenguas) de la comunidad hispanohablante, de su posición en el mundo, de su fuerza y, por supuesto, también de sus debilidades.

Es lógico que cuando se trata sobre una lengua que se habla en más de veinte países y en unas ochenta organizaciones internacionales, el internacionalismo lingüístico aflore.

¿Que el internacionalismo es una doctrina con algunas flaquezas? Me imagino que sí. Como las que tienen otras muchas doctrinas -salvo aquellas que el señor Branchadell defiende, claro está-. Pero yo creo modestamente que es un modo de ver las cosas que con el tiempo se impondrá cada vez en más ámbitos. Haga lo que haga España.- Juan R. Lodares. Pozuelo de Alarcón, Madrid.

Miércoles 30 de marzo. Leo la prensa. En los datos facilitados por la DGT respecto a la siniestralidad durante esta pasada Semana Santa en carretera, se destaca que "el 49% de los muertos en turismos y furgonetas no utilizaba el cinturón": la más elemental de las medidas de seguridad pasiva.

Dentro de una semana mi hijo de cinco años se marcha junto con sus compañeros de ciclo inicial (de tres a cinco años, unos 150 niños) de colonias con el colegio. Viajarán de ida y vuelta en autocar. No existe en España ninguna ley que obligue a equipar a estos vehículos de transporte colectivo de los imprescindibles cinturones, mucho menos de dispositivos de retención adecuados a niños de estas edades.

Recuerdo uno de los spots de la campaña Abróchate el cinturón, abróchate a la vida: un enorme cilindro de acero proyecta hacia una pared de cristal a un niño, de unos cinco años (20 kilos), con una fuerza equivalente a más de 500 kilos. El cuerpo del niño queda empotrado y aplastado contra el suelo después de traspasar la pared de cristal.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 2 de abril de 2005