Estimado don Santiago García: no sé si me toca a mí responderle o le toca al director de este periódico, pues usted supone que podría despedirme por las opiniones que yo pudiera manifestar en él. Sea como fuere, le agradezco que se preocupe por mi futuro y, dadas su ecuanimidad y su oculta admiración, no dudo de que si lo que usted vaticina llegase a ocurrir, puedo contar con que me llevaría un bocadillo de txistorra con chopped -para qué ponernos nacionalistas- a la cola del paro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 2 de abril de 2005