Resulta lamentable la implicación del conseller Blasco en el descomunal pelotazo que pretende dar el Valencia para enjugar su astronómica deuda. Consideraciones ambientales aparte, sólo con la ética de la política y honradez, es completamente inaceptable que el máximo responsable de la Comunidad Valenciana en temas territoriales sea, a la vez, partícipe de proyectos y actuaciones que degradan y fragmentan irreversiblemente el territorio con el único propósito de tapar el enorme agujero de una supuesta entidad deportiva. Juntar las competencias territoriales y ambientales puede parecer acertado, pero es un lastre para la gestión.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 15 de abril de 2005