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Crítica:

Un vestigio medieval

El largo pontificado de Juan Pablo II ha estado salpicado de biografías, estudios y análisis sobre su tarea, incluso el propio Papa polaco escribió varias obras y concedió entrevistas para la publicación de libros. Las últimas semanas se han reeditado buena parte de esos títulos, al tiempo que han aparecido algunos ensayos de actualidad sobre la situación de la Iglesia católica. Alberto Melloni repasa la evolución histórica de los cónclaves para centrarse en los ocho celebrados a lo largo del siglo XX. El primero del nuevo milenio comienza pasado mañana.

A raíz de la muerte de Juan Pablo II, el cónclave ha adquirido un enorme protagonismo en los medios de comunicación y un interés inusitado en la ciudadanía, más allá de las creencias religiosas y de la cercanía o distancia con respecto a la Iglesia católica. El cónclave es una institución del catolicismo donde convergen dinámicas políticas y necesidades de reformas eclesiales, anhelos de fidelidad evangélica y contraste de ambiciones; una institución en la que están involucrados Dios y su voluntad, ya que los electores se presentan como intermediarios del Espíritu Santo y el elegido Papa se convierte en Vicario de Cristo. Se trata de un vestigio medieval que ha logrado sobrevivir al final del ancien régime y del poder temporal de la Iglesia.

EL CÓNCLAVE. HISTORIA DE UNA INSTITUCIÓN

Alberto Melloni

Traducción de Marcelo Tombetta

Herder. Madrid, 2002

224 páginas. 16,90 euros

El historiador italiano Alberto Melloni, profesor en la Universidad de Módena, ofrece en esta obra una breve y documentada historia de la elección papal siguiendo su evolución y sus vicisitudes a través de los hitos más importantes del cristianismo.

El volumen comienza con un desarrollo histórico del primer milenio desde la praxis constantiniana al intento de papado imperial. Destaca en este periodo la participación directa y activa del pueblo en la elección del obispo de Roma, a quien se le da el título afectuoso de papa y el de sumo pontífice, derivado de la religión civil precristiana.

El ensayo estudia, a continuación, la transformación producida durante el siglo XI, con la asignación de la responsabilidad de elegir obispo de Roma a un selecto grupo de miembros del clero romano, para defender la libertad de la Iglesia de la injerencia de los poderes políticos y de los laicos: son los cardenales, que ejercen la función de enlace entre el consenso en la Iglesia y la comunión entre las Iglesias. El pueblo romano no aceptó de buen grado esta fórmula y mostró su oposición y resistencia de distintas formas.

Buena parte del libro está de-

dicada al estudio del desarrollo de los ocho cónclaves celebrados a lo largo del siglo XX y de las normas que los han regulado, así como al análisis de los perfiles del colegio cardenalicio al final de siglo: edad, nacionalidad, grupos lingüísticos, pastores o curiales, pertenencia al clero secular o a congregaciones religiosas

... Especial atención reviste el de 1903, en el que el emperador de Austria vetó al más firme candidato a papa, el cardenal Mariano Rampolla del Tindaro, secretario de Estado, que contó también con el rechazo inicial de España.

Al final fue elegido Giuseppe Sarto, patriarca de Venecia, que tomó el nombre de Pío X y nombró secretario de Estado al cardenal español Merry del Val. La pregunta ahora a plantear, tras este recorrido por la historia, es si la inveterada institución del cónclave pervivirá en el siglo XXI o la Iglesia católica avanzará hacia formas más democráticas para la elección del líder del catolicismo mundial.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de abril de 2005

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