El 14 de abril un grupo de jubilados de la empresa Nestlé asistimos a la obra de teatro Mar i cel. La representación nos pareció perfecta: los actores, los músicos; el barco es una preciosidad y el movimiento escénico, espectacular.
Ese día asistieron también varios colegios con alumnos de entre 12 a 15 años de edad. El panorama era el siguiente: unas 12 filas de personas de la tercera edad y el resto lleno, hasta la bandera, de adolescentes. Era tal el griterio y los silbidos que parecía que estábamos en un concierto de rock. Sólo nos faltó hacer la ola. No sé quién puede tener la culpa de tal desaguisado, pero creo que mejor sería facilitar entradas para grupos reducidos de niños, con sus correspondientes profesores, que fueran responsables del comportamiento de sus pupilos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de abril de 2005