Las reservas personales que George W. Bush pueda albergar en relación con José Luis Rodríguez Zapatero no son una prioridad del Ejecutivo en este momento, como tampoco la visita oficial que permitiría aclarar el panorama entre los dos líderes. "Las relaciones personales tienen un papel en la política internacional, pero también los intereses de los Estados y el clima de opinión que se crea entre los políticos y las Administraciones. Eso es lo que estamos intentando hacer, transmitiendo ideas que quizás no habían llegado aquí antes. Lo personal sólo se aborda en la esfera de lo personal", comenta una fuente de Exteriores.
"Lo que importa es que el comercio bilateral vaya bien, como está ocurriendo, y que la cooperación se desarrolle con normalidad en todos los ámbitos", dice otro funcionario.
Tener cerradas las puertas de la Casa Blanca, si lo demás funciona, implica un coste político incierto, porque lo que se pierde por un lado es fácil que se gane electoralmente por otro. Basta pensar que el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, sigue considerando hacer un gesto firme ante Bush, porque probablemente le servirá para contener la pérdida de apoyos que pusieron de manifiesto las últimas elecciones locales. Paralelamente, parece razonable que Zapatero no tenga prisas en corregir un estado de cosas que, en todo caso, depende poco de él y sobre el que cada vez tendrá que dar menos explicaciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de abril de 2005