En mi recorrido por la ciudad, el pecado acecha constantemente y hoy, los recuerdos me llevan a la infancia. En catequesis aprendíamos, paradójicamente, qué es el pecado y según cómo y qué hiciésemos podía ser venial o mortal, de pensamiento, obra u omisión... En coche por la ciudad, lo evito como puedo, y cuando lo he conseguido, aparece otro aún más grave que el anterior. Incurrir en él es fácil, toda una "tentación". Hay kilómetros de pecado.Está por toda la ciudad y su autor es ya conocido. De entre todos, el 'pecado de obra' es el suyo, señor alcalde, sin duda su pecado capital de difícil perdón.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de abril de 2005