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Editorial:

A mejor

Al recibir ayer a Moratinos en el Departamento de Estado, Condoleezza Rice ha querido mandar un mensaje constructivo sin abandonar la frialdad. La entrevista duró más de los 20 minutos de la cortesía mínima, pero no llegó a una hora ni incluyó una conferencia de prensa conjunta, que tampoco estaba prevista. Las próximas visitas a Washington de los titulares de Interior, Defensa, Justicia y Educación justifican que el presidente del Gobierno afirmara ayer que "la relación de trabajo funciona". Bush ha mandado una señal positiva al designar embajador en Madrid a Eduardo Aguirre, un profesional de prestigio, de su confianza y de habla hispana. Los temas esbozados por Moratinos responden a esa "relación de trabajo": la lucha común contra el terrorismo, la modernización y democratización del mundo árabe, el proceso de paz en Oriente Próximo y América Latina y el envío de un embajador español a Bagdad.

El calendario ha querido que mientras Moratinos estaba en Washington y Nueva York, los 25 de la Unión y EE UU votaran juntos una resolución contra Cuba en la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra. Ha quedado claro que el Gobierno español no renuncia a criticar la falta de libertades en Cuba, manteniendo la capacidad de diálogo y relación con el régimen de Castro, que incluso le puede venir bien a Washington. Dados sus vínculos históricos, es normal que a veces la política de Madrid no coincida con la de Washington. Pero ambos están interesados en colaborar tras el objetivo compartido del avance de la democracia en América Latina.

Es pronto para saber cuándo se le abrirán a Zapatero las puertas de la Casa Blanca. "No hay obstáculos", afirmó ayer Moratinos. Pero falta que la mejor voluntad que Bush ha expresado hacia Europa se aplique también a España, y viceversa. La mayor autonomía de este Gobierno también le puede resultar útil a EE UU.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de abril de 2005